Todo lo que hace justo un año fueron días y días de lluvia —de la que ha seguido abasteciéndose el río Clariano que aunque menguante sigue viviendo de esas rentas hídricas— hemos sufrido un verano tórrido que nos ha regalado una aridez que amenaza con convertirse en pertinaz. ¿Esta sequedad es consecuencia del cambio climático? El presidente del Gobierno de España, un acusica que no pasa día sin endilgar a los demás el origen de todos los males que aquí sufrimos, incluye entre los daños  y peligros más graves que hemos padecido y los que padeceremos los producidos por el cambio climático.
Dado que Pedro Sánchez tiene largamente acreditada su aversión a la verdad, debo confesar que no creo en su cambio climático y sí, por padecerlo,  en el cambio político y social que por su culpa estamos padeciendo. Son tantos los embustes y las trolas que nos ha largado, y lo ha hecho y hace con el desparpajo que gasta, que incluir esos temores en su enciclopedia de las trolas mueve al escepticismo.
Pero, si es José Revert Sanchis, mucho más conocido entre los ontinyentins como El Turrano, el que habla del cambio climático, el arriba firmante comienza a preocuparse. El Turrano sostiene que incendios, terremotos, pedriscos, vendavales, aguaceros y  heladas ha habido siempre, pero lo que le alarma y preocupa es el acelerado deshielo que se observa en los polos. Cierto es que nos pillan un poco a trasmano,  pero que aquí, y sobre nuestras cabezas, el Sol ha decidido calentar más de lo que nos tenía acostumbrados. Y ahí hemos sufrido un julio atosigante, un agosto todavía más agobiante, un septiembre caluroso con el remate del veranillo de San Miguel. 
La diferencia fundamental entre que sea El Turrano quien diga que sí hay cambio climático y comente los daños que él observa cotidianamente con los pies sobre la tierra, y el  presidente  en funciones del Gobierno de España es que nuestro paisano es persona honrada y de fiar, lo que no puede decirse del inquilino de La Moncloa por ser tantos sus embustes y mentiras que él, con el desparpajo con que dice que lo blanco es negro y que no miente sino que cambia de opinión. Por eso, la amnistía de la que no quería ni oír hablar “porque la Constitución no permite” es ahora una posibilidad, por más que sea una indecente magnanimidad, que abraza, bendice y propicia porque es la conditio sine qua non que le ha puesto el separatista prófugo de Carles Puigdemont (como gánster lo definió Alfonso Guerra semanas atrás) para empezar a negociar si sus siete diputados hacen posible que Sánchez sigue en La Moncloa y, sobre todo, en El Falcon, que es lo que terminará ocurriendo. Puigdemont apretará más y más y Sánchez cederá más y más a  todo cuanto exija y chantajee este fugado de la Justicia, el mismo que Pedro Sánchez dijo que lo traería de vuelta a España para ser juzgado. Miau.
Vuelvo a referirme al Turrano, que es un labrador que conoce nuestras tierras, desde El Llombo a La Solana, tanto como las encallecidas palmas de sus manos. Que ha trabajado duro toda su vida; que se ha deslomado azada en mano, que ha regado hasta con su propio sudor los campos, pero sobre todo ha hecho de la constancia y el esfuerzo la fórmula magistral  para  obtener de ellos las mejores verduras y hortalizas. Y que sabe de la ingratitud de la tierra cuando las lluvias no llegan.
Hablar con El Turrano es conocer personas, historias, secretos, vivencias, anécdotas de nuestro entorno y sus protagonistas vivos o que ya forman parte de la memoria. Es apreciar  el  valor que él da a la familia, a la amistad y, sobre todo, a la palabra dada como hombre de honor que es. Que con un apretón de mano sellará un acuerdo con tanta validez o más que si fuese firmado delante de un notario. 
El Turrano tiene un pero. Se niega a ser entrevistado delante de las cámaras de Comarcal TV.  Yo lo he intentado y hasta confieso que conociendo el afecto y respeto que él tiene y siente por el fraile franciscano Lluís Oviedo, busqué la mediación de éste para que se dejase convencer. Pero ni por esas. Me dice, con la modestia que le es propia, que él no es nadie, ni tiene nada que decir. 
Se equivoca. A mí me parece que es un sabio. Busco en el diccionario su significación que dice: “Dicho de una persona: Que tiene profundos conocimientos en una materia, ciencia o arte”. ¿Y qué si no verdadero arte es sacarle el jugo a la tierra en  forma de una sabrosa cebolla, una tierna haba, una gustosa zanahoria, una deliciosa calabaza, o un  exquisito tomate? Gracias, Turrano, por tan buenos ratos de tertulia en El Círculo en los que tantos, a tu alrededor, tanto hemos aprendido de tu verdadera sabiduría que administras con unas gotas de sarcasmo e ironía. Y por adelantado, feliz cumpleaños, que Dios mediante llegará el 11 del 11.