Se acerca el 8 de marzo y se desata la competición para ver quien demuestra ser más feminista. Desde asociaciones, instituciones, etc., rivalizan en organizar actos y enarbolar dicha bandera. Sin embargo, ahora que está de moda el revisionismo, ¿Por qué no aplicarlo a una figura femenina que sufrió los envites de la lucha por el poder entre los hombres que la rodeaban?

Se trata de recordar a una monarca: Juana I, mal llamada la loca, por rebelarse y oponerse a ser manipulada y sometida por su padre, su marido y su hijo. Para ello me apoyo en las incansables historiadoras, las hermanas María y Laura Lara y su cruzada por poner en valor a nuestra reina Joana, porque no hay que olvidar que tras la muerte de su padre Fernando II de Aragón, también fue reina de Valencia y Aragón.

El punto de partido son unos legajos que forman parte de los fondos de la sección histórica del archivo municipal de Bocairent. Hallamos entre ellos dos sentencias arbitrales, referentes a las desavenencias entre Bocairent y Banyeres de Mariola, por el nombramiento del lugarteniente de justicia, dadas por Fernando el Católico, con una diferencia de apenas cuatro años.

La primera, datada el 19 de marzo de 1501, hallándose el soberano en su palacio de la Alhambra de Granada, firma como rey de Castilla, Aragón, Granada, Valencia, entre otros reinos, amén de condados, ducados, marquesados y señoríos. El 30 de junio de 1505, estando Fernando en Segovia, vuelve a arbitrar en dichas disputas. La diferencia sustancial entre ambas la encontramos en los títulos que ostenta el rey: ahora ya no es el soberano de Castilla, León y Granada, sino que actúa como administrador y gobernador de dichos reinos en nombre de la serenísima reina doña Joana, su muy cara hija. Este apelativo, sinónimo de preciada y querida, resulta cuanto menos ofensivo a la vista de cómo discurrieron los acontecimientos posteriores, cuando antepuso su ambición y las luchas de poder con su yerno, al amor paternal y a los deseos de su esposa. 

En este intervalo entre las dos sentencias, había fallecido la reina Isabel, el 26 de noviembre de 1504. En su testamento declaraba como heredera universal a doña Juana. Estipulaba que, en caso de que su hija se hallase ausente, o no pudiera, o no quisiera gobernar, Fernando actuaría como regente. Consciente de la ambición desmedida de su yerno, añadió un codicilo en el que, en caso de fallecer su hija, los reinos pasarían a su nieto Carlos. Intentaba evitar que un extranjero se hiciera con la corona, y que Juana fuera usada como marioneta. 

El pasado mes de febrero se cumplieron 515 años del encierro de la reina Juana en Tordesillas. Poco ha hecho el feminismo actual por recuperar su figura y defender a la monarca mejor preparada del renacimiento. La reina Isabel se preocupó de que todos sus hijos, sin distinción de sexo, aprendieran todas las disciplinas:  matemáticas, lenguas, música… Usando el vocabulario actual, Juana causó pavor y miedo por su empoderamiento, ya que dominaba todas las ramas del saber. Sus protestas y su rebeldía por enfrentarse a tres hombres muy codiciosos, fueron utilizadas para tejer otra leyenda negra, tachándola de loca, basándose en los antecedentes de su abuela materna. Durante siglos, solo se ha investigado en una dirección, cerrando las puertas a los posibles motivos que propiciaron sus actuaciones.

La exhaustiva búsqueda de las hermanas Lara en archivos españoles y extranjeros, plasmada en el libro Juana I, la reina cuerda, ofrecen mucha luz al respecto y nos hacen reflexionar sobre porqué se llamaba loca a la princesa que deslumbró en conocimientos cuando llegó a Flandes, o como en su confinamiento, fue la profesora de su hija Catalina, futura reina de Portugal, convirtiéndola en la princesa más culta y formada de su tiempo.

Difundir los fondos del archivo y recomendar lecturas se encuentra entre mis funciones. Los legajos mencionados y la biografía, en la que María Lara se adentra en el universo emocional de Juana de Trastámara, son mi aportación personal, aunque difiera sensiblemente de la trayectoria marcada oficialmente, en este 8 de marzo, como archivera-bibliotecaria municipal y cronista oficial de Bocairent.
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Mª Josefa Sempere Doménech es Archivera-bibliotecaria. Cronista Oficial de Bocairent